El joven nadador británico Matthew Richards es el claro ejemplo de que el esfuerzo y la perseverancia son fundamentales en el deporte para alcanzar el triunfo.
Y es que el inglés realizó parte importante de su entrenamiento para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en una piscina de lona que instaló en el jardín de la casa de sus padres.
Por eso no es difícil imaginar la emoción de sus progenitores cuando este miércoles ganó en los Juegos la prueba de estilo libre por equipos en los 200 metros, casi rompiendo el récord mundial.
Por si eso no fuera suficiente, su compañero de equipo Calum Jarvis y él se han convertido en los primeros galeses en obtener un oro olímpico desde 1912. Es que si bien Richards nació en Worcester y vive en Bath, Inglaterra, está registrado como galés debido a que su padre nació en Cardiff.
«Estamos abrumados por la alegría, felices por él, por el equipo; es un momento surrealista», dijo su madre Amanda.
Richards tiene 18 años y su participación en esta prueba -junto con Duncan Scott, James Guy y el dos veces campeón olímpico Tome Dean- fue su debut en unas Olimpíadas.
El padre de Matt señala que el tiempo de cuarentena fue «realmente difícil» para su hijo debido a que las piscinas se cerraron y él no pudo entrenar. «La idea de no saber cuándo podía regresar al agua fue un problema real para él», agregó.
Luego de ver en internet cómo un nadador holandés de aguas abiertas había comprado una piscina de lona, ellos decidieron adquirir una para su hijo.
Esta piscina medía tres metros de ancho, cinco de largo y uno de profundidad, y fue a parar al jardín trasero de la casa, publica la BBC.
«Le ajustamos unas cuerdas elásticas a la pared del garaje y él pasó allí, nadando hora tras hora, en su traje de neopreno, para no perder su contacto con el agua», dijo el padre.
Foto: Twitter.