La marcha copera en casa en el 2023 venía bien, con cuatro victorias en cuatro partidos. Es decir, ni el más pesimista hincha de Cerro Porteño se hubiera imaginado semejante desplante del equipo ante el Bolívar de Bolivia. Una noche de terror donde la hinchada sintió vergüenza e impotencia. Una nueva humillación en Copa Libertadores de América.
El panorama es desalentador tras la paliza histórica de 4 – 0 recibida en casa. Queda un solo partido de local y es contra el Palmeiras de Brasil; y dos complejas salidas a la altura de la Paz y en Guayaquil Ecuador para enfrentar al Barcelona, en donde el equipo de Facundo Sava está obligado a recuperar los puntos perdidos de local. Pero ojo, el descalabro azulgrana ante Bolívar no es el primero que tiene. Ya sufrió algo parecido ante Libertad en el estadio La Huerta por el torneo local, cuando ya en el primer tiempo iba cayendo 5-0. Y en las dos catástrofes hay denominadores comunes: un equipo dormido, sin reacción, sin amor propio, sin vergüenza deportiva, sin liderazgo y lo peor de todo, sin correcciones desde la banca, donde el entrenador Facundo Sava tenía la mirada perdida y sin atinar algún intento de volantazo para virar la historia. En pocas palabras, absolutamente nadie se salva.
Nadie pidió disculpas a la afición, lo que significa que para los jugadores y cuerpo técnico es una derrota más y que ni siquiera cala tan hondo en el ánimo; hasta parece que lo toman con cierto desinterés, así como fue su desempeño en el campo de juego. Tampoco se salva la dirigencia encabezada por Juan José Zapag, que sigue acumulando manchas negativas en la historia deportiva de la institución, dejando en evidencia su poca o nula gestión y planificación. La humillación en Copa tuvo que haber generado una sacudida general en el club, pero como están tan acostumbrados a los fracasos, ya son inmunes al dolor de un pueblo cuyo apoyo dejaron de merecer desde hace mucho tiempo.