Diego Armando Maradona es recordado no solo por sus gambetas, grandes definiciones o títulos conseguidos tanto en clubes como en selecciones. También es una leyenda que trascendió desde su lenguaje con frases memorables que han quedado en la memoria colectiva.
“Ganarle a River es como que tu mamá te venga a despertar con un beso a la mañana”. Estas fueron las palabras sobre la sensación única de ganar un superclásico. Otra frase épica del “eterno 10” es cuando quiso despegarse de las innumerables críticas que recibía por su vida privada. “Sólo les pido que me dejen vivir mi propia vida. Yo nunca quise ser un ejemplo”, había sentenciado. Uno de los momentos más tocantes de su carrera y de su vida misma, fue cuando lo expulsaron del Mundial de Estados Unidos 1994 por su caso de dopaje. Aquella vez su descargo fue una metáfora que lastimó a todos los amantes del fútbol: “Creeme que me cortaron las piernas”, se descargó. “Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”. Es otra poderosa frase que quedó inmortalizada en el 2001 en su partido despedida, cuando le habló a la Bombonera y dejó esa genialidad indeleble sobre su vida y el fútbol. Y finalmente, también hizo referencia al evento deportivo más importante del planeta, que lo ganara en México 1986. Pero esta vez sus dichos nos remontan a 1998, tras la derrota albiceleste en Francia contra Holanda: “Quedar afuera de un Mundial sólo es comparable a ver cómo le pegan a tu vieja y vos estás atado a una silla”. Así era Diego: directo, frontal, sin discursos predeterminados, rompiendo paradigmas dentro y fuera del campo.