«Puede ser una sonda enviada intencionalmente a la vecindad de la Tierra por una civilización alienígena», dijo hace un tiempo Avi Loeb, académico de Astrofísica de la Universidad de Harvard sobre el asteroide Oumuamua que fue captado en 2017.
El objeto fue descubierto el 19 de octubre de 2017 por el canadiense Robert Weryk. Aunque en un primer momento se pensó que era un cometa, finalmente fue catalogado como un asteroide. Sin embargo, su forma y comportamiento era distinto a cualquier objeto astronómico.
Aunque Loeb insiste en su tesis, al punto que publicó «Extraterrestre: El primer signo de vida inteligente más allá de la Tierra», libro que profundiza en su teoría, recientemente dos astrofísicos de la Universidad Estatal de Arizona no creen que se trate de una nave extraterrestre o algo parecido.
La investigación, que ha sido publicada en el Journal of Geophysical Research: Planets, Steven Desch y Alan Jackson, sugieren que el extraño objeto podría ser un resto de un planeta similar a Plutón de otro sistema solar.
«Probablemente fue desgajado por un impacto hace unos 500 millones de años y expulsado de su sistema original», señala Jackson.
Los investigadores plantearon la posibilidad de que el objeto estuviese hecho de diferentes hielos y calcularon la velocidad a la que estos hielos se sublimarían al pasar por el sol. De esa forma se podría calcular el efecto cohete (sucede cuando el calor del sol derrite el hielo de los cometas, lo que provoca cierta aceleración), la masa, la forma y la reflectividad de dichos hielos.
«Todo el mundo está interesado en los extraterrestres y, por lo tanto, era inevitable que este primer objeto fuera del sistema solar hiciera que la gente pensara en esto», dijo el equipo científico en un comunicado. «Pero en ciencia, es importante no sacar conclusiones apresuradas», agrega.
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