El 24 de agosto, se cumple un año desde que Japón empezó a verter al océano Pacífico aguas contaminadas provenientes de la central nuclear de Fukushima Daiichi, propiedad de la Compañía Eléctrica de Tokio, conocida como TEPCO por sus siglas en inglés. Manifestantes provenientes de todo Japón se concentraron en la ciudad de Fukushima para mostrar su rechazo a los vertidos.
«Tengo hijos. Vine aquí porque me preocupo por la siguiente generación, a la que pertenecen mis hijos. ¿Qué sucederá si no se soluciona este problema? Creo que es importante hablar en diferentes lugares y contarle a la gente que nunca deberíamos hacer semejantes cosas», dijo un manifestante.
«Trabajo en la asociación de pesqueros en la zona fronteriza entre las prefecturas de Fukushima e Ibaraki. Me di cuenta de que se alteraron números escritos a mano y me sorprendí. Así que presenté una solicitud de divulgación de información para comparar los actuales valores con los publicados. Como resultado, descubrí que dos conjuntos de valores eran inconsistentes. Por eso me pregunto qué puedo seguir creyéndome», expresó otro manifestante.
A pesar de la oposición, tanto interna como desde el exterior del país, Japón sigue describiendo las aguas vertidas al mar como «tratadas». El 7 de agosto, empezó la octava ronda de vertidos. Hasta el 25 de agosto, se lanzarán al mar cerca de 7.800 toneladas de agua contaminada. En total, Japón pretende desprenderse de más de un millón de toneladas de agua contaminada. Hasta ahora, se han vertido más de 54.000 toneladas.